martes, enero 14, 2014

Mi tiempo

Hubo quizá un tiempo -un tiempo antiguo, digo- en el que el ser humano no contaba el tiempo.
No imagino mayor felicidad.

Hoy, en cambio, observo que contamos el tiempo de forma angustiante. Tenemos el tiempo detrás, encima, abajo y adentro.
Contamos el tiempo y a la vez "no tenemos tiempo". Por contarlo, por vigilarlo, controlarlo... el tiempo se va.

Hace mucho que decidí rebelarme ante esto.

He hecho muchas de las cosas de mi vida al revés. Dándole la contra al tiempo. Envejecí una vez, envejecí mucho. Alguna vez, incluso, me dí el permiso de perderme en un sopor alienante, enajenante. A veces pienso que en algún momento llegué a morir.
Antes de esa época viví muchos años disfrutando del momento, como sólo un jubilado podría hacerlo. La prematura muerte de mi padre me hizo perderle el miedo a mi muerte. Me sentí invencible, desafiante y temerario. Grandes errores que me proveyeron grandes aprendizajes.

La vida me ha obligado a renacer, más de una vez y creo que hay una infancia a la cual uno nunca debiera renunciar.
Mi padre era siempre un niño grande. Esa es mi religión.

Ahora pienso en mi tiempo como relativo y maleable, como un gel soluble en el viento y de colores distintos cada vez. Mi tiempo es una decisión que tomo cada momento. ¡He sido tantas veces joven de tantas maneras distintas!
No estoy dispuesto a detenerme nunca.
Cada paso es una oportunidad, cada palabra un universo.

CAPM

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