jueves, junio 28, 2012

Abstracta contorsión

Luces inhumanas, arcos dorados.
Estábamos sentados al borde del camino equivocado y tú lo sabias: yo no.  

Cuando dio la hora exacta,
bajé una de las cortinas de mi ánimo mientras orinaba sangre de ganas de explotar...
de orgasmos patéticos, disminuidos, próceres de una independencia marchita.

Gritos de euforia salen despavoridos por mis poros,
éste es el momento en que la vida deja de tener sentido para quien nunca pudo verla directamente a los ojos.

¡Hierve el mar! ¡hierven todas las ollas del mar!

Me excito al ver los genitales del futuro y,
como de costumbre, ya no puedo pensar en otra cosa...
¿problemas mentales?
He dicho lo dicho tantas veces y aún así me he equivocado.

Anoche lloraba sobre la ropa de una hermana imaginaria
y le increpaba, enajenado, su nunca concepción.

Hay una especie de soledad indisoluble
(un canto sin melodía consistente)
en el largo camino de vivir.
Estábamos sentados al borde, muy al borde.


Capm.


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