La verdad se hace evidente gracias a la contradicción, la realidad se muestra dolorosamente real ante el desvanecimiento de la ilusión y la vida es tan insoportable en presencia de la muerte que optamos por negar lo que es, por lo general, innegable. Nos aferramos a nuestras ilusiones y contradicciones manteniendo un desvirtuado instinto de supervivencia.
Cargamos así, y gradualmente desde que empezamos a abrir los ojos a la vida “tal cual es”, nuestras propias cruces. Ya sean personales o colectivas, el peso de estas “cruces” modifica nuestra estructura corporal y moral, nos define como seres sociales y determina nuestro comportamiento durante la vida.
“…jamás tan cerca arremetió lo lejos” escribió Vallejo, y la miseria en Lima está tan cerca, la soledad está tan cerca, tan dentro de nuestra vida cotidiana que prácticamente no la vemos. Narrar en colores una crónica urbana es semejante a un discurso político, pero ahí está la verdad… en la contradicción.
Carlos Pulido.
Agosto, 2007
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