Aquel camino que lleva
a la cama sinfónica de tus piernas
es el camino único
que no conduce a roma
que exige como pago las venas
y en el que uno las deja
gustoso, cual ropa
sobre el llano telúrico
que te coronó reina.
Ese manto infinito
que en las noches te eleva
para que seas aplaudida y eterna
para que mi mano desaparezca
y que sea tu mano y no la mía, ya inexistente,
la que señale mi norte y mi cardinalidad completa
constelación mediocre, asumo,
pues la luna de tus ojos brilla más
orienta más, y de más esperanza está compuesta.
Aquella sierra escarpada
que separa mi cielo del tuyo
es la montaña única que no nace en tierra
que exige como pago la vida
y ante la cual los mares
mandan sus ríos hacia arriba, furiosos
con mi alma preocupada
y mi voz, que ya no es sino un murmullo,
cantando boleros peligrosos.
Ese camino que lleva
a tu sonrisa diluida en besos
a tu piel sudorosa y ocre
es el conducto más sublime.
Por él se van mis horas
como peces asustados
y mi vida, que no entiende de tiempo
se sienta bajo el árbol de tus senos
a leer el libro ajeno, una y otra vez.
Si vieras como vienen... ¡si vieras!
si sólo bajaras por tus joyas olvidadas
podrias sentir en el aire el polvo alborotado
podrias llorar con los obreros muertos
y ver las viejas escaleras
por donde bajaron nada más.
Pero estoy aqui, rezándote
dibujando los contornos de tu blusa
mientras canto la canción ajena ¡una y otra vez!
Y es así que estoy aqui, convertido en pájaro
volando sobre TÚ naturaleza
en la libertad materna de tus cielos
y hago del viento un amigo inseparable
para poder seguir amándote
sobre el llano telúrico que te coronó reina.
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